Sunday, April 15, 2007

Poema - el Dios Panico, parte I

Cuajándose el lodo y la tierra
Las mentes se acallan y dejan pasar
Un silbido sutil que nos atormenta.

Su rostro, según recuerdo,
Era una mezcla de arena y mar,
De cielo y montaña,
De fuego y tierra.
Su lengua rozaba las cabezas inconcientes,
Y su saliva se fermentaba en sus mentes.

Claro, nadie se daba cuenta
menos yo,
Que horrorizada gritaba que se fuera la peste
Que se fuera la ira
Que se fuera la vida que juguetona aleteaba
Por los rincones de la muerte.
Las gentes me miraban ausentes,
Y sus miradas decían que alucinaban.

Mi piel se erizaba,
Y el sudor salía con sabor a menta.

Le enseñe un crucifijo
Y el se me rió en la cara.

Le pregunte cual era su propósito
Y asimismo me dijo nada,
Solo ser que nada.

Conmovida decidí ignorar mi delirio.
Sería solo eso, un delirio, en el momento en que lo olvidara.

Pero no se fue;
Siguió allí,
Postrado sobre sus quince patas
Que me recordaban a las alas de un murciélago,
Y con nauseas ya, decidí desplomarme.
Pero no me fui;
Seguía allí,
Casi vomitando el corazón por la boca,
Así de fuerte era mi impotencia.

El se acerco y me miró fijamente
Con el único ojo que poseía mil caras,
Tan resplandeciente
Que me daba la impresión que en realidad no había nada.
Solo un espacio vacío donde se colaba luz infinita.
Solo un espacio indefinido que desde adentro explotaba
Con una gran nada, una poderosa gran nada.

Mi respiración se cortó y sentí dar a luz:
Una corriente viscosa y oscura me cubría la piernas
Y allí quedé, paralizada.
Como un venado
Cuando ve a su cazador siendo ya muy tarde.

No comments: